Filosofía de la Cultura: la respuesta de nuestra realidad

 Resumen

Cuando se habla sobre filosofía de la cultura, se suelen generar muchas dudas
sobre lo que verdaderamente significa o sobre qué específicamente se encarga esta
rama de la filosofía. Podemos entender la filosofía de la cultura como aquella sección
de la filosofía que se encarga de los estudios de la cultura que la sociedad, a lo largo de
los años ha ido creando, y cómo estas culturas afectas a los individuos pertenecientes
de esta sociedad. Desde un punto de vista un poco más técnico, también podemos
entender a la filosofía de la cultura, según el filósofo Mario Teodoro Ramírez (2000),
en su texto llamado “¿Qué es filosofía de la cultura?” como: “una reflexión sobre las
tareas culturales de la filosofía y la relación entre pensamiento filosófico y 
tradición cultural.”

La sociedad está compuesta por múltiples individuos que sienten, padecen,
reflexionan, y que muchas veces, todos los problemas sociales que vivimos en la
actualidad, y que hasta pueden ser problemas culturales, parten de alguna afección por
la que el individuo, perteneciente a la sociedad, este viviendo. Entonces, si nos
sentamos a reflexionar sobre este hecho en un individuo, y que este mucho hecho lo
vivan todos (o la gran mayoría) los integrantes de una sociedad, pues, el trabajo de la
filosofía de la cultura, es mostrarnos todas cosas por la que la especie humana ha
pasado, desde su origen hasta la actualidad, para así, impulsarnos a desarrollar cada
vez más nuestra capacidad de reflexión, para así, poder entender el por qué de muchas
cosas, como: ¿por qué actuamos de la forma en la que lo hacemos? ¿Por qué somos

una especie de comunidad y porqué no somos solitarios? ¿De donde es que surge
nuestra ambición por dominar el mundo y no somos como cualquier otra especie
animal? Todas estas preguntas y muchas más que seguramente nos hacemos
diariamente, lo encontraremos reflejado, desarrollado y aclarado a través de la historia
mediante la filosofía de la cultura.

Palabras clave: filosofía de la cultura, cultura, sociedad, humanos, historia


Antes de hablar sobre las afecciones por la cultura en un individuo dentro de
una sociedad, es importante primero mencionar que, desde tiempos remotos, incluso
casi desde el origen de la especie humanas, los humanos hemos sido los propios
creadores la cultura en la que vivimos. Entendiendo la cultura por el antropólogo
Marvin Harris (2001) como “El conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida,
socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos
pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar (es decir, su conducta)” (pág.9),
entendemos que, el ser humanos, sea cual sea las carencias, necesidad, deseos e incluso
la época, siempre ha buscado la manera, tanto de comunicarse, es decir, hacer llegar un
mensaje, o contar una historia, o vivir de una cierta manera en especifica depende de
cualesquiera de sus condiciones, y todas estas cosas, se han llevado a cabo a través de
acciones que, con el paso del tiempo, se van compartiendo de generación en
generación, causando un efecto de tradición, y que, al mismo tiempo, se establece de
una ve por toda en una sociedad y termina siendo cultura.

Como exponente de lo planteado, tenemos como principal al filósofo y
sociólogo Ernst Cassirer que, en uno de sus textos titulado “Antropología filosófica”
busca entender e identificar al ser humano basándose en su vida mediante la cultura
para así, definir cuál es la naturaleza del hombre. Para empezar, Cassirer toma últimos
planteamientos de diferentes pensadores basándose en diferentes puntos de vistas en el
que se puede definir al hombre enfocándose en términos culturales. En el texto
encontramos cono referencia a Platón, Sócrates, Comte, como, por ejemplo, sin
embargo, entre ellos se encuentran ciertas diferencias y semejanzas en cuento a la
definición del hombre. En Sócrates podemos encontrar una definición del hombre de
una forma individual, Platón plantea que debe ser desde un aspecto social y político,
Comte desde la subjetividad, sin embargo, Cassirer hace mención de todos estos,
puesto que, él expresa que la forma correcta de definir al hombre según los términos
de culturas es a través de todas estas, es decir, desde la dimensionalidad de lo que es el
ser humano, ya que, a través de cada punto de vista, se puede llegar a la definición
basada en la cultura, ya que, el hombre no se define por cómo actúa dentro de su realidad física, sino que, se define por sus obras en el universo simbólico, ya que, el ser
humano desde que descubrió la simbología como método de avance, empezó a vivir y
a desarrollar su existencia a través del universo cultural (universo simbólico) y no desde
el universo físico, esto quiere decir que, las actividades humanas como el lenguaje, el
mito, la religió y el arte (llámese cultura) es lo que verdaderamente define al hombre y
establece la humanidad. Explicado textualmente por el propio Cassirer (1944) en su
texto “Antropología filosófica”, este expresa que:

La filosofía de las formas simbólicas parte del supuesto de que,
si existe alguna definición de la naturaleza o esencia del hombre, debe
ser entendida como una definición funcional y no sustancial. No
podemos definir al hombre mediante ningún principio inherente que
constituya su esencia metafísica, ni tampoco por ninguna facultad o
instinto congénitos que se le pudiera atribuir por la observación
empírica. La característica sobresaliente y distintiva del hombre no es
una naturaleza metafísica o física sino su obra. Es esta obra, el sistema
de las actividades humanas, lo que define y determina el círculo de
humanidad. El lenguaje, el mito, la religión, el arte, la ciencia y la
historia son otros tantos «constituyentes», los diversos sectores de este
círculo. Una filosofía del hombre sería, por lo tanto, una filosofía que
nos proporcionara la visión de la estructura fundamental de cada una
de esas actividades humanas y que, al mismo tiempo, nos permitiera
entenderlas como un todo orgánico. El lenguaje, el arte, el mito y la
religión no son creaciones aisladas o fortuitas, se hallan entrelazadas
por un vínculo común; no se trata de un vínculo sustancial, como el
concebido y descrito por el pensamiento escolástico, sino, más bien, de
un vínculo funcional.


Cuando ya mencionamos sobre que la especie humana, sea cual sea su época o
condición siempre ha buscado la forma de comunicarse, verdaderamente nos estamos
refiriendo a que, el hombre, desde su origen, ha estado capacitado y seguimos
desarrollando destrezas para siempre hacer lo posible por cubrir nuestras necesidades.
Sobre este tema, nos hablan dos autores que, aunque se refieren a lo mismo, cada uno
lo enfoca en puntos distintos, por ejemplo, con el historiador israelí Yuval Noah Harari,
podemos conocer sobre esto, pero desde un punto de vista desde nuestro origen.

Harari enfoca su planteamiento en que, el ser humano, tiene esta capacidad
desarrollada desde nuestros tiempos primitivos, es decir, esta capacidad de resolución
para cubrir con nuestras necesidades se encuentra en los genes, y que, a medida que
fueron pasados los años, y con ellos, la evolución, la especie humana se ha ido
adaptando a las nuevas condiciones de vida que hemos creado que, al final todo
pareciera nunca ser suficiente, puesto que, nos encontramos constantemente en esa
búsqueda para así, vernos en la necesidad de crear cosas nuevas. La razón que Harari
da sobre esta capacidad humana, es gracias a un fenómeno que, cambió por completo
la vida y el futuro de la especie humana, y este fenómeno se llama: la revolución
cognitiva. Harari (2018), en su texto titulado “Sapiens” menciona que:

La mayoría de los investigadores creen que estos logros sin
precedentes fueron el producto de una revolución en las capacidades
cognitivas de los sapiens. (...) La aparición de nuevas maneras de
pensar y comunicarse, hace entre 70.000 y 30.000 años, constituye la
revolución cognitiva. ¿Qué la causó? No estamos seguros. La teoría
más ampliamente compartida aduce que mutaciones genéticas
accidentales cambiaron las conexiones internas del cerebro de los
sapiens, lo que les permitió pensar de maneras sin precedentes y
comunicarse utilizando un tipo de lenguaje totalmente nuevo. (pág. 24)

Una vez que se entiende este aspecto de nuestro origen que, puede ser respuesta
para muchas de nuestras interrogantes, se puede continuar con el segundo filósofo que
abala nuestras capacidades se impulsarnos para obtener lo que necesitamos. Este filósofo 
es Zygmunt Bauman que, habla acerca de los mismo que Harari, sin embargo, este expone sus planteamientos ya desde un punto de vista social y actual.

Actualmente, vivimos en una sociedad donde el ser “desprendido” es parte de
nuestra cultura. ¿A qué se debe esto? Bauman plantea, al igual que Harari, que, el
posicionamiento de la especie humana en el mundo no ha sido por gran evolución de
nuestra parte, sino, por nuestra capacidad cognitiva que, es la que nos ha abierto los
ojos, y nos lo sigue abriendo en la actualidad, para empezar a ver y darnos cuenta de
en donde estamos y que es lo que necesitamos. En épocas pasadas, las sociedades se
acostumbraban a ser sociedades manipuladas, ya sea por sistemas, gobiernos, o hasta
por la misma necesidad, por lo que, estas personas se caracterizaban personas
inseguras, rígidas, personas que buscaban siempre lo estable y lo duradero; este tipo de
sociedad, Bauman las clasifica como parte de la modernidad sólida. Sin embargo, en
la actualidad, somos todo lo contrario, por lo que, también según Bauman (2003), nos
encontramos en una modernidad líquida, en la que explica que:

Los fluidos se desplazan con facilidad. «Fluyen», «se
derraman», «se desbordan», «salpican», «se vierten», «se filtran»,
«gotean», «inundan», «rocían», «chorrean», «manan», «exudan»; a
diferencia de los sólidos, no es posible detenerlos fácilmente —sortean
algunos obstáculos, disuelven otros o se filtran a través de ellos,
empapándolos (...) Asociamos «levedad» o «liviandad» con movilidad
e inconstancia: la práctica nos demuestra que cuanto menos cargados
nos desplacemos, tanto más rápido será nuestro avance. Estas razones
justifican que consideremos que la «fluidez» o la «liquidez» son
metáforas adecuadas para aprehender la naturaleza de la fase actual —
en muchos sentidos nueva— de la historia de la modernidad. (pág.3)

La razón por la que, en la actualidad somos una modernidad líquida, es porque,
al mantenemos en constante cambios y constantes búsquedas de cosas nuevas, nuevos
caminos, y a su vez, surgiendo necesidades nuevas, entendimos que todo es efímero,
que nada es para siempre, y que de nada vale aferrarnos a las cosas que no sabemos si

el día de mañana seguiremos contando con ello (aplica para todo). Bauman habla de
esto en su texto “Modernidad líquida” y lo plantea como la ruptura entre
espacio/tiempo. Ya no tenemos tiempo para aferrarnos a algo, hemos entendido que no
necesitamos estar presente para conservar cosas. Como nueva cultura que propiamente
hemos creado, el ser humano se ha desarrollado facilitarse, protegerse y optimizar cada
aspecto de la separación del tiempo, conocimiento, cultura y espacio.

En la modernidad sólida se creía que “el largo plazo” era “el motor y principio
de toda acción”, por lo que, en ese entonces todo giraba en función a la durabilidad: los
objetos, los ingresos, el dinero, empleos, etc.... por lo que, todo aquel que tenía o
generaba objetos durables, era considerado “poderoso” Sin embargo, para la
modernidad líquida, era todo lo contrario. Se plantea que todo lo que es “a largo plazo”
no cumple ninguna función, provocado así la falta de credibilidad a todo lo que
funciona “a largo plazo”. El mejor ejemplo que tenemos y que Bauman nos puede dar
en su texto es la filosofía de Bill Gates. Bauman nos explica que Gates ha basado todos
sus pensamientos y acciones en no apegarse sentimentalmente las cosas (así serán sus
creaciones), porque hay que trabajar en función de que así como las cosas aparecen, así
mismo desaparecerán, por lo que se debe trabajar en ello y así, ya estar preparados para
darle la bienvenida cuando llegue algo nuevo, por lo que, lo ideal es aferrarse a lo
transitorio o no a lo durable, lo durable estanca, lo durable caduca, mantenerse lo que
durable es resistencia.

Como podemos ver de una manera breve, la humanidad y sus sociedades han
pasado por múltiples cambios que, a pesar de que, han sido cambios generados en la
sociedad por la misma necesidad humana, no sabemos cómo esto ha podido afecta a
esta misma sociedad, pero de una manera individual, a cada persona de estas
sociedades. Tenemos a Byung-Chul, filósofo surcoreano que, tiene un texto titulado
“La sociedad del cansancio” en el que, aunque no se refiriere específicamente s estos
cambios sociales y culturales, habla mas bien de como puede sentirse cada persona en
su individualidad, y cómo la suma de todas estas, generan un pensar en la sociedad,
generando así, una cultura cansada.

El positivismo al que se refiere el filósofo, tiene que ver con la forma de
interpretar las cosas de nuestra vida diaria, es decir, Byung-Chul Han habla de una
positividad y una negatividad que, ha condicionado a la sociedad y su forma de vivir.
Cuando nos referimos a la positividad, nos estamos refiriendo al estilo de vida que
aboga por el rendimiento y la productividad de cada individuo, es decir, esta se basa en
alentar el empoderamiento posicionamiento y emprendimiento de cada ser. En la
sociedad positivista encontramos toda una estructura de pensamiento en la que hace
que creer que siempre podemos con todo, que somos los dueños de nuestro tiempo;
aunque este tipo de empoderamiento no es para nada malo, es importante identificar
como esto repercute psicológicamente en cada persona. Por otra parte, nos encontramos
con la negatividad que, según el texto, la sociedad que se basaba en ella (antes del siglo
XXI) se le conoce como “sociedad disciplinaria”. Sobre esto habla Byung-Chul Han
(2012) en su texto (capítulo III, titulado “Más allá de la sociedad disciplinaria”)
influenciado por el filósofo Michel Foucault expresando que:

La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales,
psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no corresponde con la
sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo
otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios,
torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y
laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria,
sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman
ya “sujetos de obediencia”, sino “sujetos de rendimiento”. Estos sujetos
son emprendedores de sí mismos. (pág. 16)

Como ya fue mencionado, en efecto, vivimos netamente en una sociedad
positivista, sin embargo, esta es la razón por la que nos hemos convertido en una
sociedad cansada, puesto que, el cargar múltiples responsabilidades sobre nuestros
hombros como poder con todo lo que nos proponemos, ser dueño de nuestro trabajo,
tiempo y horarios, aunque suene fantástico, verdaderamente es una utopía, por lo que, 
si estás acciones y decisiones no son comedidas, pueden ser la causante segura de
futuras enfermedades neuronales.

El ser humano es una especie de costumbres, se amolda fácilmente a hábitos
que, por bien o por mal, casi siempre son hábitos auto inculcados o por culturas. En
efecto somos seres con capacidades cognitivas que, son las que no han hecho llegar
hasta donde estamos y son las que nos seguirán elevando del mundo gracias a las
tecnologías de la actualidad, sin embargo, es importante siempre tener en cuenta, hacia
donde nos estamos direccionando, y entender hasta cuando la altives es sana para
nuestra salud, tanto física, pero sobre todo mental. Es vital identificar cual es el rumbo
al que nos lleva nuestro exceso de desprendimiento y fluidez antes las cosas, y empezar
a hacer un cambio social en el que, así como el trabajo duro y esfuerzo es parte de
nuestra cultura, que el descanso, la paz y salud mental de cada individuo, también sea
de valor y propia de nuestra conducta natural.

Referencias Bibliográficas

Ramírez, M. T. (2000). ¿Qué es filosofía de la cultura?: La filosofía de la
cultura como perspectiva crítica y programa de investigación. Devenires, 1(1), 16-
38. Recuperado a partir de
https://devenires.umich.mx/devenires/index.php/devenires/article/view/139
Cassirer, E. (1944). “Antropología Filosófica”. Editorial Fondo de Cultura
Económica. Ciudad de México. Méx
Harris, M. (2001). “Antropología Cultural”. Disponible en:

https://diversidadlocal.files.wordpress.com/2012/09/harris-marvin-
antropologiacultural.pdf

Harari, Y. (2018). “Sapiens: de animales a dioses”. Editorial Debate.
Bauman, Z. (2003). “Modernidad líquida”. Editorial Fondo de Cultura
Económica. Buenos Aires. Argentina.

Han, B. “La Sociedad del Cansancio”. Editorial Herder. Barcelona. España.

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