San Agustín y los Males

 San Agustín entiende que existen dos tipos de males, existe el mal hecho por una persona y el mal que una persona ha padecido. Dios, al ser bondadoso, es imposible que cree cosas malas, es decir, si un hombre hace el mal, es por su voluntad, no por creación de Dios.

Por otra parte al ser Dios justo, él debe castigar a todos los hombres que deciden obrar mal, castigo que es considerado por los castigos como un mal que padecen. De esta manera, se puede decir que Dios es el creador del mal que padecemos. El creador del mal hecho por las personas existe dentro de cada uno de ellos que obran mal. San Agustín explica que el mal que hace el hombre no se aprende, es decir, no es una conducta aprendida, ya que todo aquello que se aprende es conocimiento, y el conocimiento es bueno. Simplemente el mal es la falta de conocimiento. 

Agustín nos expresa que aquello que hace superior al hombre de los animales y las plantas, es nuestra mente, la razón. Porque aunque estos tres tipos de seres vivos tienen cosas en común, la vida del animal, por ejemplo, consiste en obtener sus placeres y el tratar de no ser molestados. La vida del hombre consiste en querer ser alabado y el querer mandar, lo cual es lo opuesto a la vida animal, entonces es ello lo que nos hace superior a los mismos. Sin embargo, cuando ese querer dominar y ser vanagloriado no va de la mano con la razón, es cuando se empieza a actuar mal y empiezan las desgracias. Se dice que se ha encontrado el equilibrio perfecto cuando la razón acompaña a todos los placeres del ser humano. Muchos creen que pecar es bueno, ya que si fuese malo, Dios no nos hubiese dado la voluntad de poder hacerlo. Por eso, San Agustín habla del libre albedrio. 

El libre albedrio se nos fue otorgado por Dios para que el pudiese evaluar que tan bueno somos o no, y así poder ser premiados o castigados, ya que si no tuviésemos voluntad de elegir nuestras decisiones y solo hiciéramos lo que Dios nos ha mandado (las cosas buenas), un castigo o una premiación sería injusta, ya que solo estaríamos haciendo lo ordenado y no nos dejaría tener libertad de nuestras elecciones, por lo mismo, Dios no pudiese medir si somos buenas o malas personas. 

San Agustín de Hipona afirma la existencia de Dios a partir de que no necesitamos los sentidos del ser humano para poder apreciar a Dios, ya que no son ni el tacto, ni la vista, ni el olfato, ni el gusto, ni el oído quien nos harán darnos cuenta de la existencia de Dios; quien nos hará darnos cuenta de su existencia es la razón. Porqué cuando vemos algo, el que nos permite identificar lo que estamos viendo es la razón y no la vista misma, y así pasa con cada uno de los sentidos. Podemos encontrar a Dios en muchas situaciones, personas o características, que aunque no lo percibamos con los sentidos, la razón nos permitirá identificar que ahí se encuentra Dios. 

Los objetivos de San Agustín de Hipona en todas estas explicaciones fue el entender de donde nace el mal y quien es su creador, el explicar el porqué es tan importante la razón en el hombre, concretar la verdadera teoría acerca el libre albedrio y dar por hecho la existencia de Dios. 


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