Segunda Meditación de René Descartes

 René Descartes en su segunda meditación a la que nombró “De la naturaleza del espíritu humano; y que es más fácil de conocer que el cuerpo” del libro “Meditaciones Metafísicas”, nos trae una nueva reflexión como resultado de su primera meditación.

Durante la meditación anterior, Rene asegura que no hay nada en lo que se puede estar seguro, ni siquiera de nuestros propios sentidos, ya que nuestra mente nos podía hacer creer lo que quisiéramos que fuese nuestra realidad cuando realmente no es así.

Sin embargo, en esta segunda meditación Descartes nos expresa que realmente si existe algo que es totalmente real y verás; y eso es la duda. Algo de lo que se puede estar siempre seguro es que estamos dudando, es decir, que estamos pensando. 

Cuando dudamos, estamos pensando si lo que nos rodea es verdadero o falso; ese mismo acto de pensar (que es verdadero) nos produce reflexiones y conclusiones también verdaderas. De esta manera podemos concluir con que los pensamientos son reales y seguros. Por lo tanto, en el momento que realizamos el acto de pensar, nosotros también estamos existiendo, y así en cuando se llega a la conclusión de que si pienso, existo.

Así lo manifestó Descartes:

 “De manera que después de haberlo pensado bien, y de haber examinado con cuidado todas las cosas, hay que llegar a concluir y a tener como firme que esta proposición: yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera cada vez que la pronuncie, o que la conciba en mi espíritu” 

Luego de esa conclusión, Descartes empieza a reflexionar sobre nuestros orígenes, dejando a un lado la teoría de que somos animales racionales, ya que, según Descartes: 

“¿Qué es entonces lo que creía ser antes? Sin dificultad pensaba ser un hombre. Pero ¿qué es un hombre? ¿Diré que es un animal racional? No, por cierto: porque sería necesario investigar luego lo que es animal y lo que es racional, y así, de una única cuestión, caeríamos de manera insensible en una infinidad de cuestiones aún más difíciles y embarazosas, y no querría desperdiciar lo poco que me queda de tiempo y de ocio empleándolo en desenredar semejantes sutilezas”. 

Propone una hipótesis donde somos cuerpo y alma; donde el alma es el encargado de los pensamientos (por lo tanto, existe) y el cuerpo sería de lo que se puede dudar. Y sencillamente se llega la conclusión que, igualmente, es el pensamiento (alma) lo que no da la seguridad de nuestra propia existencia. 

Por último, luego de reflexionar sobre lo que no se puede dudar, y el origen de los humanos, pasamos a meditar sobre la veracidad de las cosas sensibles.

Se puede ser que, en parte, el mundo sensible si puede tener cierta seguridad por la simple razón de que podemos reconocer que son verdaderas a través de nuestros pensamientos, es decir, al poder pensarlos, existe. 

REFERENCIA BIBLIOGRAFICA


Descartes, R. (2012). Descartes. Gredos. España, Madrid


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